-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor, solicito permiso para ir a buscarlo - dijo un soldado a su teniente.
-Permiso denegado - replicó el oficial - No quiero que arriesgue su vida por un hombre que probablemente ha muerto.
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso: ¡Ya le dije yo que había muerto! Dígame, ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver?
Y el soldado, moribundo, respondió: ¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: “Estaba seguro de que vendrías”
martes, 18 de diciembre de 2007
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